La función del obrador de Milagros

La función del obrador de Milagros

Es esencial recordar que solo la mente puede crear y que la corrección solo puede tener lugar en el nivel del pensamiento. El espíritu ya es perfecto, y por lo tanto, no requiere corrección. El cuerpo no existe, excepto como un recurso de aprendizaje al servicio de la mente.

Entonces, si trabajamos en el autoconocimiento, que es parte primordial de nuestro despertar, el curso nos deja en claro, que de la trinidad que nos conforma: cuerpo, mente y espíritu, solo el espíritu es perfecto, y aunque la mente y el cuerpo son recursos de aprendizaje, solo la mente puede cometer errores y/o corregirlos. Finalmente el cuerpo es solo un medio de comunicación.

Del cuerpo dice:

Este recurso de aprendizaje, de por si, no comete errores porque no puede crear. Es obvio, pues, que inducir a la mente a que renuncie a sus creaciones falsas es la única aplicación de la capacidad creativa que realmente tiene sentido.

Es muy difícil ver nuestras creaciones falsas, y por lo tanto mas aun renunciar a ellas, pero es muy claro en el curso que el error es el producto del ego. Y por lo tanto allí se alojan nuestras creaciones falsas, son el conjunto de creencias acumuladas, que en definitiva van conformando y acrecentando al ego. Estas creencias en la mayoria son ajenas, recibidas y adoptadas a través del sistema y de la masa colectiva.

Es muy verdadero decir que el ego es, de por si, el cúmulo de nuestras creaciones falsas, entonces lo que nos esta diciendo el curso es que renunciemos a todas las creencias acumuladas en el ego.

Ahora, es muy importante que pongamos atención en la inspección del ego, en el sentido de reconocerlo para que no nos siga traicionando. Cuando lo hacemos encontramos muchos niveles, y trabajamos fácilmente con las creencias adoptadas, pero no así, con las supuestas verdades aprendidas y aceptadas, que son igualmente parte del sistema, y me refiero a todo lo que da lugar a los: deberia, es lo correcto, es lo que se espera de mi, es moral, es ético, etc. Si trabajamos con el espíritu santo pidiendo su asistencia para redescubrir nuestra voluntad, esta parte del estudio es clave, porque si hemos hecho bien nuestra trabajo sera mas facil dar permiso a que nuestra voluntad se exprese.

Me refiero que muchas veces nuestra voluntad no es la misma de nuestra pareja, o hermanos, o padres o la sociedad, o el sistema, etc o que simplemente nuestra voluntad no es precisamente lo que deberíamos o lo que se espera de nosotros….entonces nuestra voluntad es precisamente eso, nuestra y nos completa a nosotros, tener fe en ello es tener fe en que el espíritu nos asiste.

Cuando sabemos lo que somos, cuerpo-mente-espiritu, sabemos que todos somos iguales, y que los errores estan en la mente y se corrigen en ese nivel, que, si estamos intentando escuchar nuestra propia voluntad para encontrar la del Padre, podemos sentirnos libres de intentarlo sin miedo a equivocarnos, porque los errores los corrige la expiación, pero en el intento estas viajando hacia una comunión mas intima contigo y te estas permitiendo y liberando de la intromisión del juicio de tu ego.

Entonces la función del obrador de milagros es conocerse y aceptarse, y de ese modo conocer al otro y aceptarlo. Saber que la voluntad del padre es la del hijo, y eso es el libre albedrío, que cada uno nos expresemos creativamente entretejiendo un universo de posibilidades, puertas y oportunidades, y que no se trata de quien lo hace mejor, sino, que sea una creación personal y única.

A través de la vida tenemos la oportunidad de desarrollar nuestros dones, y a cada uno se le dio los suyos, entonces no se trata de expresarnos como una copia del otro, ni una copia del sistema, ni siguiendo un patrón conveniente, se trata de expresar nuestra esencia, que es única y es lo que nos hace una parte tan valiosa del todo.

La voluntad del Padre es que hagamos nuestra voluntad, y en la medida que estemos mas en comunión con nuestra luz, más pura serán las intenciones de nuestra acción y por lo tanto estaremos en camino de unificarnos completamente a la voluntad del Padre, que es perfecta y amorosa.

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