El despertar del espiritu

El despertar del espiritu

El despertar comienza con un darte cuenta que la visión física y tu búsqueda externa de Dios no te ha servido, cuando te sientes tan inútil y frustrado en tu empeño que aceptas la pequeñez de tu visión y de tu capacidad física, cuando finalmente te vuelves hacia Dios para pedir respuestas, entonces comienza el viaje.

Es entonces cuando se manifiestan un sin fin de sincronías que van abriendo puertas de conocimiento. Comienzas a darte cuenta que no todo es como parece, o como habías aprendido. Tu mente comienza a expandirse para recibir este nuevo conocimiento que quieres activar en ti.

La resistencia al dolor puede ser grande, pero no es limitada. A la larga todo el mundo comienza a reconocer, por muy vagamente que sea, que tiene que haber un camino mejor. A medida que este reconocimiento se arraiga mas, acaba por convertirse en un punto decisivo en la vida de cada persona.

Estas listo para escuchar al espíritu, para escuchar a los maestros y para darle la bienvenida a tu verdadero yo y su visión.

Esto finalmente vuelve a despertar la visión espiritual, y al mismo tiempo mitiga el apego a la visión física.

Aprendemos que lo que vemos nos es la última realidad y que tampoco es posible corregirla por medio de ningún medio físico. El mundo físico es percibido a través de los sentidos y codificado por sensaciones y sentimientos que se acumulan primero en la mente y luego pasan al cuerpo.

Se hace latente una nueva visión, una visión opuesta a la que estábamos acostumbrados. Nos observamos por primera vez y comenzamos a evaluar los frutos de estar alerta, de entregarle el poder al espiritu Santo, de permitir soltar y confiar. Nos gusta lo que comenzamos a sentir y recibir. Nos gusta sentir confianza, dejar de atacar y dejar de defendernos, sabiendo que el espíritu Santo es mas poderoso y asertivo que la mejor de nuestras defensas.

Sin embargo no es facil destronar al ego, y este se reinventa tomando actitudes mas suaves para confundirte. Este ego viejo, arraigado en tus células quiere utilizar el nuevo conocimiento para sus propios propósitos.

Este alternar entre los dos niveles de percepción se experimenta normalmente como un conflicto que puede llegar a ser muy agudo. Aun así, el desenlace final es tan inevitable como Dios.

El espíritu Santo ha escuchado tu ruego, y esta haciendo lo que el Padre le encomendó, garantizar tu despertar espiritual y tu retorno. Poco a poco, debido a la fuerza de su visión, pone a la mente a su servicio y a ti se te hace cada vez mas intolerable vivir el dolor innecesario que ocasiona las intromisiones de tu ego. Tu espíritu está alerta, y te sientes sensible con lo que antes habrias considerado pequeñas molestias.

El curso enseña que los hijos de Dios no tendrán el bienestar al que tienen derecho hasta no tener perfecta confianza, mientras tanto nos agotaremos a nosotros mismos desperdiciando los verdaderos poderes creativos en inútiles intentos de obtener bienestar por medios inadecuados.

Nos dice que los medios para lograr esta fe han sido provistos y que no requieren esfuerzo, solo se requiere aceptar la expiación.

Recordemos que la expiación es: un sistema correctivo en el cual todos los errores del hijo de Dios son deshechos, cuando el voluntariamente opta por dejar de juzgar, y en vez de ello, solicita la asistencia del espíritu Santo, para ver la perfección de su hermano.

Con este sistema se garantiza el retorno del hijo, porque se utilizan los efectos de sus errores para el proposito divino.

El Maestro nos dice, en el curso, que cada vez que nos sentimos incomodos, molestos, e intranquilos, es porque hemos cometido un error, o uno de nuestros hermanos lo ha hecho. Y para que este error reciba inmediata corrección y por lo tanto sintamos un inmediato alivio, es imperativo que solicitemos ayuda, y nos sugiere esta invocación:

Entrego mis errores y los de mis hermanos al espíritu Santo para que los utilice en favor de Dios

De este modo la expiación tendrá lugar y seremos capaces de perdonar y perdonarnos, siendo liberados de angustias y de toda carga inútil que mas tarde se transformara en mala yerba en nuestro jardin de amor.

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