Inercia, el común denominador

Inercia, el común denominador

Dividido entre la ciencia objetiva y las diferentes corrientes filosóficas y religiosas se forma el hombre actual,un mundo donde la tecnología, expresión máxima de “la ciencia moderna”, es la mayor atracción y panacea donde la medicina nuclear alcanza niveles inimaginables y la comunicación traspasa la barrera del espacio. Iluso y manipulado por la publicidad que le dice lo que necesita, el hombre actual se deja invadir agradecido de los “beneficios” que disfruta sin esfuerzo. Y sin salir de su cubículo accede al mundo y sus productos, estafa vía espacio cibernético y se olvida del prójimo, ignorando que su primer prójimo es él mismo.

La distracción externa actual no tiene paralelo en la historia, con los sentidos colapsados por “las maravillas tecnológicas” y la basura que ésta trae al hogar no deja lugar para ningún tipo de reflexión y mucho menos para la meditación. Padres e hijos se hallan en las mismas condiciones, siendo los primeros un ejemplo muy pobre para sus retoños, porque la voluntad y el dominio son palabras sin sentido. Juntos pasan por la vida anhelando probar todas las “delicias” del mercado y se contaminan con el veneno de moda.

Cada vez mayor número de individuos termina controlado por sustancias que los pierden en sus laberintos y sin conciencia se entregan a un mundo engañoso y traicionero. Un mundo donde el amor propio es escaso y la guerra es la respuesta a cualquier conflicto.

Un sistema educativo que apaga el pensamiento creativo natural mata toda verdad sana y altruista inherente al hombre y la reemplaza con reglas, prejuicios, costumbres e idiosincrasias de un mundo materialista.

La prohibición inyecta ánimos de resistencia y violencia, tanto un padre como un gobernante que se impone sin diálogo y respeto cosecha frutos secos, sin vida propia, no más que una pobre copia.

El humano común no dilucida el propósito del viaje y quiere lograr éxito y felicidad con una receta social caduca. Se siente frustrado y culpa al mismo sistema que ha seguido por generaciones, sin lograr respuestas. Surge mucha inquietud y descontento de la masa, pero si continúa buscando las respuestas afuera nunca las va a encontrar.

Aunque unos más concientes que otros, estamos habitando el mismo planeta y compartiendo las consecuencias de su deterioro. Todos tenemos las mismas necesidades, pero los menos consiguen cubrirlas. El origen primigenio es el mismo y la única búsqueda auténtica que todos compartimos es vivir de forma plena y libre, siendo cada uno responsable de conformar la expresión máxima de la obra humana.

Queremos lograr la realización del ser sin tomar conciencia que el derrotero está inscrito en el sí mismo, y que éste no se lee con los ojos físicos, para desplegar sus páginas debe aliarse con el espíritu que lo hará conciencia en la mente y en el cuerpo.

Un sistema educativo que apaga el pensamiento creativo natural mata toda verdad sana y altruista inherente al hombre y la reemplaza con reglas, prejuicios, costumbres e idiosincrasias de un mundo materialista.

La respuesta surge de algo más trascendental y se gesta individualmente. Fertilizando el germen divino que subyace en cada individuo se logra despertar y re-educar la mente para acceder a un propósito real. Dejamos atrás las tinieblas definitivamente para acceder a la conciencia sin límite, que es el mejor gobierno al que se puede aspirar.

Mirar hacia dentro es encontrar los tesoros ocultos de una conciencia universal, mirar la faz del verdadero Dios, aquel que no subyuga, por el contrario nos brinda una mente y corazón generoso.

Ser hacedores de felicidad y compartirla sin miedo es factible cuando el genio enciende la lámpara que posee.

Por Marisol Stevens

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