Somos un todo y todos sumamos

Somos un todo y todos sumamos

Gracias a los físicos cuánticos, ya sabemos que incidimos en nuestra realidad, y ésta misma, realidad propia, suma en nuestro entorno inmediato y por defecto en la totalidad. Nuestros sentimientos y pensamientos suman y en ello radica la individualidad, cada uno es la célula que hace la diferencia irradiando luz u oscuridad al entorno, infectando el campo positiva o negativamente.

Los físicos cuánticos descubrieron que la persona que está observando las partículas del átomo afecta la conducta de la energía y la materia en éste, y que solo cuando un observador se fija en cualquier localización de un electrón , es cuando el electrón aparece. En suma, una partícula no puede manifestarse en la realidad, es decir en el espacio-tiempo tal como nosotros lo conocemos hasta que es observada.

Somos creadores, nuestro poder radica en la conciencia que nos habita, esa que nos permite observar, y que solo utilizamos para observar hacia fuera, el entorno, culpando al entorno y las sircunstancias por todo lo que ocurre, sin saber ni pensar que somos parte de la causa que lo afecta. No miramos hacia dentro, no observamos la actividad profunda, casi imperceptible de la mente, la que no queremos delatar, la que queremos ocultar, esa voz del ego que parece nuestro más potente aliado y que por el contrario nos limita y perturba, cayendo por ello en conflictos interminables.

Cuando nos auto observamos con honestidad, es cuando estamos conectando con el creador interno el que nos proporciona el poder, el que nos permite crear aquello en donde ponemos la atención sin discriminar si la atención esta puesta en positivo o negativo, solo nos brinda el poder, y este lo hemos tenido siempre, es parte del ser.

Luz y oscuridad, positivo y negativo son útiles para el creador, son el campo unificado en donde plasma el objeto de su interés, entonces es preciso tomar conciencia del poder personal para utilizarlo para el mayor bien común. Saber que creamos lo que pensamos, sentimos y decimos, y que en ello radica nuestra fuerza hace la diferencia entre estar despierto o dormido. Y para utilizar el libre albedrío a cabalidad hay que estar despierto y saber hacia donde vamos, cual es nuestra finalidad y cuales las herramientas para ello.

De eso trata precisamente el juicio, recuperar el juicio es despertar a la verdad universal y dejar de enjuiciarnos unos a otros, somos familia universal y tenemos un tema en común, evolucionar.

Estamos aprendiendo a utilizar los poderes divinos en la tierra pero nuestra heredad es el cielo, somos criaturas del cosmos, pertenecemos al todo, conformamos una unidad que es imposible medir, pues no tiene medida ni límite, solo podemos intuir y sentir en nuestros interior, y por allí debemos comenzar la búsqueda, en nuestras células y sus patrones que contienen el patrón mayor al que pertenecen. Allí vive nuestro ser interno, el observador que han descubierto los físicos cuánticos, el que nos habita y causa el entorno que habitamos, él que posee los poderes personales, los mismos que son activados con nuestros pensamientos, sentimientos y emociones.

La ciencia ha encontrado la punta de la madeja y tiene miedo de jalarla, entrar en un terreno de probabilidades donde todo es posible, principalmente Dios.

Surge un humano que por primera vez mira el universo con humildad y respeto, despertando a una ciencia espiritual, donde los cuantos y fotones, la materia y la antimateria bailan la teoría de las cuerdas y lo obvio cae de maduro.

Hace muy poco que dejamos de creernos el centro del universo y mucho menos que hemos reconocido que la historia humana tiene más de seis mil años en el planeta. Astrónomos, antropólogos y arqueólogos estudian verdades que surgen del cielo y de la tierra mostrando los orígenes ancestrales cósmicos del planeta y su familia.

Los caminos se encuentran, místico y científico concluyen lo mismo, ambos se encuentran con el mismo poder inherente a la vida y a la conciencia, poder que posee el ser humano y desconoce por no mirar hacia dentro, por no buscar en el cielo la potestad sobre la tierra.

El ojo ciego ya no es tan ciego, es una elección ver lo que siempre ha estado allí, lo que tantos maestros espirituales han enseñado y han mostrado. Todos ellos han dado muestras de amor sobre humano, de un amor poderoso que gobierna y transmuta la materia, al dar muestras de acciones milagrosas.

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